miércoles, 1 de febrero de 2012

LAS HORAS SE RÍEN DE MI

Una gota de oscura noche permanece triste sobre mis cabellos, como la sombra oscurecida de tus ojos en el fondo de mi mirada. Mientras…  en esta casa oscura y silenciosa donde duerme mi sueño amortajado… un rencor vivo rompe el aire quieto, repitiendo su sonido en el eco de las paredes teñidas por la luz mortecina de las farolas. Mis pisadas huecas retumban en las empedradas calles, donde tu olvido dejó volar las ilusiones dejando sin esperanza a mi páramo de sueños. Vagando por el callejón como un vagabundo nefasto  cargado con un saco de recuerdos, tropiezo con el temblor de tus labios que dejaste olvidado en alguna sombra del pasado. Recuerdo cuando te miro y me echo a llorar... Recuerdo cuando te escucho mudo de asombro y tu aliento vence mis dudas como las alas de un pájaro derrotando el aire en busca de su nido. Fue tu voluntad llevarte mi vida, lastimar mi alma arrancándola la alegría de mirarse en tus ojos. Fue tu voluntad quebrantar mi corazón consumido en tus manos. Hoy mi vida ya no sabe de melodías, ni de cantos ni clamores… se rompieron las cuerdas de mi arpa. Mi rincón está vacío; ya nada tengo en este mundo más que mi cuerpo lánguido gimiendo con el viento, y un corazón solitario buscando la ruta para adorarte. Como una pizarra negra pasa la noche ante mí, y en mis sueños suenan las melodías de tu aliento llamando a mi brillante deseo, pero la lámpara del amor de tu vida sigue apagada entre las sombras, sellando con cal y arena el  más leve resquicio donde se esconde tu orgullo. !!! Cuanto tiempo hace que mi rebelión golpea contra tu muro. Cuanto tiempo hace que este dolor silencioso golpea contra el corazón acurrucado en un rincón de tu egoísmo. Cuantas tardes... cuantos días y cuantas noches mi corazón te llamó en secreto hasta haberse quedado dormido de cansancio. Pero tú nunca apareciste ante él; nunca escuchó tus pasos del dorado roce de tus pies. Nunca tu voz quebró el silencio ni despertó la luz del amanecer. En esta casa oscura y sola… me quedo mirando la luz temblorosa de la lámpara, mientras se pierde entre la luz inútilmente mi sueño… el sueño de aquellas calles de oro, de aquellos horizontes desnudos, de aquellas playas sin orilla y caminos de polvo que con el último vigilante se desvanecerán en la noche… Mientras día tras día las horas se ríen de mí