sábado, 28 de enero de 2012

CUAN DIFÍCIL ES SER FELIZ

Cada día me doy cuenta de lo difícil que es ser feliz, cada día me pregunto ¿para qué sirve vivir?, y la verdad en más de un momento creo que lo mejor es rendirse, porque la felicidad no está a mi alcance. Hoy paseando he visto a gente disfrutando en las calles rodeadas de amigos, familiares, con su pareja…. Todos sonreían, estaban felices, continúe caminando y vi a una mujer que hablaba por el móvil y tenía los ojos llenos de lágrimas, no he podido evitar conmoverme, nunca me ha gustado ver llorar a una mujer. Por lo que he podido observar seguramente la estaban dando una mala noticia; y eso es lo que me ha hecho pensar en la felicidad, porque en apenas unos metros he visto gente muy feliz y a otra persona muy triste, por cosas así son por las que hoy he decidido vivir al segundo de la vida, para disfrutar la escasa felicidad al máximo y el dolor al mínimo. Porque en esta vida  el precio de la felicidad es muy alto, es muy caro, ya que para ser feliz antes se ha de sufrir, la felicidad eterna y completa no existe, solo existen momentos felices; porque hoy en este mismo instante podemos estar muy felices, sonrientes, a gusto, pero en nuestro interior algo nos preocupa; la mujer que nos dejó en el olvido,  un amigo, un familiar, llegar a fin de mes.. , siempre nos preocupa algo impidiendo que seamos felices cien por cien. Pero cuando tenemos el corazón roto, cuando aún seguimos amando a la persona que nos olvidó; es muy difícil poder disfrutar de la felicidad al máximo. Cuando se tiene el corazón roto por pérdida de la pareja, por diferencias o situaciones que a veces se tornan irreversibles, es el dolor más intenso que puede experimentar el ser humano, en algunos casos puede significar un golpe mayor que la pérdida de la madre o el padre, dependiendo del tiempo y los sentimientos entregados. El fracaso de la relación sentimental conlleva múltiples consecuencias, hiere la autoestima, la seguridad, el ánimo de productividad, y el deseo de continuar desempeñando algunos roles en los que la persona afectada se encontraba. El período de duelo, la sensación de culpa aunque no sea uno culpable, el temor a volver a confiar, la vulnerabilidad interior, el deseo de enclaustrarse, la pérdida del apetito, y el desánimo por salir, son las consecuencias que quedan y son muy difíciles de eliminar

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